¿Por qué no salimos de aquí?
¿Por qué no martillamos las rejas?
Quizá el velador no está dormido
y afuera encontremos la ternura de los perros en brama,
a la muerte abrigando sus alas del acoso de los hombres,
a la madre contra el hijo, al hijo contra la hermana,
¿Por qué no martillamos las rejas?
Quizá el velador no está dormido
y afuera encontremos la ternura de los perros en brama,
a la muerte abrigando sus alas del acoso de los hombres,
a la madre contra el hijo, al hijo contra la hermana,
a la hermana contra el padre y al padre en un filo de navaja.
Huyamos de la espantosa ingenuidad del rostro hinchado de la gente “buena”,
busquemos en los pasillos de la vecindad, dentro de los camiones,
Huyamos de la espantosa ingenuidad del rostro hinchado de la gente “buena”,
busquemos en los pasillos de la vecindad, dentro de los camiones,
algo que ayude a transmutar los elementos, el cobre en oro, el smog en diamantes.
Busquemos más allá del poder de un loco:
en la boca del primer hijo, en la boca del primer hijo.
Y si nada encontramos, descósase el cielo y vénganos, señor, tu reino con todo y muebles,
vénganos visiones, mentiras, invenciones,
vengan locos al circo de las aburriciones,
que hacen falta ángeles, héroes y una dictadura de niños.
Busquemos más allá del poder de un loco:
en la boca del primer hijo, en la boca del primer hijo.
Y si nada encontramos, descósase el cielo y vénganos, señor, tu reino con todo y muebles,
vénganos visiones, mentiras, invenciones,
vengan locos al circo de las aburriciones,
que hacen falta ángeles, héroes y una dictadura de niños.
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